miércoles, 11 de agosto de 2010

Las arenas de figuig curan


A pesar de su rareza, las curas de baños de arena constituyen una realidad en Marruecos, concretamente en Merzouga y en Figuig. El fenómeno se podría definir como una original actividad de turismo de salud.
Aparte de los amantes incondicionales del desierto, pocos viajeros se aventuran hacia las tierras del sur de Marruecos durante los meses caniculares de julio y agosto. Sin embargo, desde hace unos cuantos años, turistas de un género bastante particular no dudan en hacer frente al calor para beneficiarse de unas curas insólitas: Merzouga y Fuguig se ven literalmente invadidos por estos turistas tan singulares que buscan la acción benefactora de los baños de arena, que, si bien ha sido reconocida desde hace unas cuantas décadas, hasta hace poco tiempo seguía siendo una actividad marginal: sólo se desplazaban para realizarla algunos asiduos, y el sistema del boca a oreja era su única publicidad. Sin embargo, desde que los medios de comunicación se han interesado por este fenómeno, el interés general ha aumentado, y hoy cerca de 7.000 personas acuden a las dunas de Merzouga y unas 3.000 a las de Figuig.
Las curas se realizan exclusivamente durante los meses de julio y agosto y acogen mayoritariamente a gente del país, aunque cada vez son más los extranjeros que prueban la experiencia ―y la repiten― como tratamiento contra el reumatismo.
A pesar de que se han formulado algunas dudas por lo que respecta a la efectividad de estas curas, lo cierto es que hay que admitir que si miles de personas regresan a Merzouga y Fugig para guarecer o calmar sus males, es sin lugar a dudas porque está probado que consiguen buenos resultados. Al pie de las dunas encontraréis varias personas que os lo confirmarán, casos casi desesperados que manifiestan haberse "salvado" gracias a los beneficios de la arena de Merzouga y Figuig.
El erg está lleno de cristales minerales, que son buenos conductores del calor y que contienen un 20% de agua; este es el secreto que convierte la arena en milagrosa. Los médicos acompañan a los pacientes a las dunas justo cuando el sol se halla en el cenit; les toman el pulso y, si no se detecta ninguna insuficiencia cardíaca y no hay contraindicaciones particulares, el especialista prescribe el número de baños necesarios, así como la duración de los mimos. Así, por ejemplo, el tratamiento puede consistir en dos baños al día de uno a quince minutos de duración, durante un período de entre tres y quince días.
Entre las doce y las dos del mediodía, centenares de hombres y mujeres en bañador se sumergen en la arena milagrosa durante el tiempo que les han prescrito. Se tumban en las dunas, se cubren de arena y, con una sombrilla sobre la cabeza, beben litros de agua mineral. Acabada la sesión, unos ayudantes improvisados retiran a la persona de la arena, le ponen una gruesa manta de lana sobre la espalda y la conducen a un lugar sombrío. Con el tronco completamente envuelto, la persona espera media hora hasta que el cuerpo ―que ha transpirado mucho― se seca por completo, y a continuación se dirige hacia las duchas habilitadas para a la ocasión. Repite la experiencia una hora después o al mediodía siguiente.
El fenómeno se ha popularizado tanto que ha generado un verdadero complejo económico (alquileres, campamentos, hoteles...), y podemos considerarlo una verdadera actividad turística de salud. No obstante, algunos científicos deberían estudiar con rigor esta curiosa técnica para probar su eficacia y aplicarla de la mejor manera, aunque entonces correríamos el riesgo de ver cómo la belleza y el silencio del desierto son reemplazados por hormigón y ruido .
En cualquier caso, el desierto jamás ha dejado de sorprendernos... en él incluso podemos practicar esquí y golf!

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